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REGLA CARMELITA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La norma de vida de San Alberto de Jerusalén, que fue dada a los Carmelitas entre los años de 1206 y 1214, y aprobada definitivamente como verdadera y propia Regla del Carmen por Inocencio IV en el año 1247, ha tenido algunas mitigaciones no incluidas en el siguiente texto.

La Regla Carmelita afirma que es fundamental: "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (n.2). Para vivir siguiendo las huellas de Jesucristo todas las Comunidades y Congregaciones religiosas que siguen esta Regla de Vida se dedican de manera especial a:

 
     •
Desarrollar la dimensión contemplativa del ser humano abriéndose al diálogo con Dios

 
     •
Tratarse como hermanos con caridad plena

 
     •
Meditar día y noche la Palabra del Señor 


     • Orar juntos o solos muchas veces al día 


     • Celebrar cada día la eucaristía 


     • Trabajar con las propias manos, como el apóstol Pablo

 
     •
Purificarse de toda mancha de pecado 


     • Vivir pobremente, poniendo en común los pocos bienes 


     • Amar la Iglesia y a todas las gentes

 
     •
Conformar la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe con diálogo y

        discernimiento

Aunque la Regla Carmelita es la más breve entre las Reglas de vida conocidas, está compuesta casi exclusivamente de preceptos bíblicos. Aun hoy es rica de inspiración para la vida de muchísimos cristianos y en especial ahora que la adoptamos como la norma única de vida religiosa en la Congregación de Carmelitas Misioneros de Santa Teresita:

 

 

REGLA "PRIMITIVA" CARMELITA
DADA POR SAN ALBERTO, PATRIARCA DE JERUSALÉN,
Y CONFIRMADA POR EL PAPA INOCENCIO IV

TEXTO  EN CASTELLANO

 

Saludo

 

1. A L B E R T O llamado a ser Patriarca de la Iglesia de Jerusalén por la gracia de Dios, a los amados hijos en Cristo B,  y demás ermitaños, que viven bajo su obediencia junto a la fuente de Elías, en el Monte Carmelo, salud en el Señor y bendición del Espíritu Santo.

Prólogo: el seguimiento de Cristo y de nuestros hermanos

2. En distintas ocasiones y de muchas maneras (cf Hb 1,1) los santos Padres dejaron establecido el modo cómo cada uno (sea cual fuere su estado o el género de vida religiosa que abrazó) ha de vivir "en obsequio" de Jesucristo (cf 2Co 10,5), sirviéndole lealmente con corazón puro y buena conciencia (cf 1Tm 1,5). Pero, como nos pedís que os demos una fórmula de vida adecuada a vuestro proyecto común, para guardarla obligatoriamente en lo sucesivo:

 

Prior y vínculos sagrados

3. Disponemos, en primer lugar, que tengáis a uno de vosotros como prior; el cual será elegido para el cargo por unanimidad o, al menos, por acuerdo de la mayoría más grave. A él prometerá obediencia cada uno de los demás y tratará de cumplirla de veras con las obras (cf Jn 3,18), acompañando ese compromiso con los de castidad y renuncia a la propiedad.

 

Lugares para vuestra residencia

4. Podréis estableceros en los desiertos o en otros lugares que se os donaren y sean del todo idóneos para la observancia de vuestra vida religiosa, según lo juzguen conveniente el prior y los hermanos.

Celdas de los hermanos

5. Además, en vista de la situación del lugar escogido para residencia, tenga cada uno de vosotros celda individual y separada, que le habrá asignado el prior mismo, con la anuencia de los otros hermanos o de los más graves.

 

 

Mesa común

6. Haced esto, sin embargo, de manera que toméis en un refectorio común los alimentos que os repartieren, mientras escucháis juntos algún fragmento de la Sagrada Escritura, cuando pueda efectuarse sin dificultad.

Autoridad del prior

7. A ningún hermano le estará permitido, sin la licencia del prior que hubiere por entonces, mudarse de celda asignada, ni intercambiarla por otra.

La celda del prior estará a la entrada del lugar de residencia, para que sea él quien primero reciba a los visitantes, y disponga luego, a discreción, cuanto se haya de hacer.

 

 

Oración continua

8. Permanezca cada uno en su celda, o en las proximidades, meditando día y noche la ley del Señor (cfr 1P 4,7), a no ser que se halle justificadamente ocupado en otros quehaceres.

Liturgia de las horas

9. Los que saben rezar las horas canónicas con los clérigos, las recitarán conforme a las disposiciones de los santos Padres y a la costumbre legítima de la Iglesia. Los que no sepan, dirán veinticinco padrenuestros por maitines, excepto los domingos y solemnidades, en cuyo oficio de vigilia mandamos duplicar ese número, de manera que se repita la oración dominical cincuenta veces. Se dirán siete padrenuestros en las laudes de la mañana, así como en las restantes horas, menos vísperas, en que deben rezarse quince.

Renuncia a la propiedad y comunidad de bienes

10. Ningún hermano considerará nada como suyo propio. Tenedlo todo en común (cf Hch 4,32; 2,44). El prior, por medio del hermano que haya designado para ese oficio, distribuirá a cada uno cuanto le haga falta (cf Hch 4,35), atendiendo a la edad y a las necesidades personales.

Lícita posesión de algunos bienes en común

11. Se os autoriza la posesión de asnos o mulos, en la medida de lo preciso, así como la cría de algunos animales o aves.

 

Oratorio para el culto divino

12. Construid, si ello es posible sin mayor incomodidad, en medio de las celdas el oratorio, donde habéis de reuniros cada mañana para participar en la celebración de la misa, cuando resulte fácil en la práctica.

Colación de tema espiritual y corrección fraterna

13. Asimismo los domingos u otros días, si fuere menester, tened juntos una colación sobre la observancia en la vida común y la salvación de las almas. En este encuentro se corregirán también con caridad las faltas y culpas de los hermanos, de haberlas en alguno.

Ayuno

14. Guardad ayuno todos los días, menos los domingos, desde la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz hasta el día de la Resurrección del Señor, a no ser que la enfermedad o debilidad física u otra causa razonable aconseje su dispensa, pues la necesidad no está sujeta a ley.

Abstinencia

15. Observad la abstinencia de carne, a menos que la toméis como remedio en caso de enfermedad o debilidad. Y ya que, debido a los viajes, tenéis que mendigar a menudo vuestro sustento, fuera de casa podréis comer legumbres preparadas con carne, a fin de ahorrar molestias a quien os dé hospedaje. Pero queda autorizada la comida de carne en las travesías.

Armas para el combate espiritual

16. Puesto que la vida del hombre en este mundo es tiempo de prueba (cf Jb 7,1), y todo el que se propone vivir como buen cristiano sufre persecución (cf 2Tm 3,12), y vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar (cf 1P 5,8), procurad con toda solicitud poneros las armas que Dios os da para poder resistir a las estratagemas del diablo (cf Ef 6,11).

Abrochaos el ceñidor de la castidad (cf Ef 6,14). Protegeos con el peto de piadosas consideraciones, pues escrito está: "El pensamiento santo te guardará" (Pr 2,11,según los LXX). Por coraza vestíos la justicia (cf Ef 6,14), a fin de amar al Señor, vuestro Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas (cf Dt 6,5), y al prójimo como a vosotros mismos.

 

Tened siempre embrazado el escudo de la fe, que os permitirá apagar las flechas incendiarias del malo (cf Ef 6,16); pues sin fe es imposible agradar a Dios (cf Hb 11,6). Tomad por casco la salvación (cf Ef 6,17), confiando en el único Salvador que libera a su pueblo de los pecados (cf Mt 1,21).

Que la espada del Espíritu, toda palabra de Dios (cf Ef 6,17), os pueble colmadamente (cf Col 3,16) los labios y el corazón (cf Rm 10,8). Y cuanto hagáis, realizadlo por la palabra del Señor (cf Col 3,17; 1Co 10,31).

Laboriosidad

17. Empleaos en algún trabajo, para que el diablo os halle siempre ocupados; no sea que, por culpa de la ociosidad, descubra el maligno brecha por donde penetrar en vuestras almas. Tenéis a propósito la enseñanza, así como el ejemplo del apóstol san Pablo, por el que hablaba Cristo (cf 2Co 13,3), y al que Dios nombró pregonero y maestro para predicar a los paganos la fe y la verdad (cf 1Tm 2,7). Si lo seguís, imposible equivocaros. Escribe él: "No vivimos entre vosotros sin trabajar, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando vivimos con vosotros, os lo mandamos: 'El que no trabaja, que no coma'. Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a esos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan" (cf 2Ts 3,7-12). Este es un buen camino de santidad: ¡a recorrerlo! (cf Is 30,21).

Práctica del silencio

18. Valora el Apóstol el silencio, por el hecho de imponerlo en el trabajo (cf 2Ts 3,12). Y como afirma el Profeta: Obra de la justicia es el silencio (cf Is 32,17). Y en otro lugar: "Vuestra fuerza estriba en callar y confiar" (Is 30,15). Por tanto, ordenamos que guardéis silencio desde la terminación de completas hasta después del rezo de prima del día siguiente. Fuera de este tiempo, aunque la práctica del silencio no sea tan estricta, evitad cuidadosamente la charlatanería; pues, como enseña la Escritura y lo abona la experiencia: "En el mucho hablar no faltará pecado" (Pr 10,199. Y: "Quien suelta los labios, marcha a la ruina" (Pr 13,3). Y también: "El locuaz se hace odioso" (Si 20,8). El Señor, a su vez, advierte en el Evangelio: "De toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio" (Mt 12,36). Por consiguiente, que cada uno haga balanza y pesas para sus palabras, y puerta y cerrojo para su boca (no sea que resbale a causa de la lengua y caiga, y su caída resulte mortal sin remedio) (cf Si 28,29-30), vigilando su proceder, conforme al aviso del Profeta, a fin de que no se le vaya la lengua (cf Sal 38,2). Que cada cual se afane con todos sus cinco sentidos por guardar el silencio, obra de la justicia (cf Is 32,17).

Humilde servicio de autoridad

19. Tú, hermano B, y cualquiera que te suceda en el cargo de prior, recordad siempre y poned puntualmente por obra la máxima del Señor en el Evangelio: "El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo" (Mt 20,26-27; cf Mc 10,43-44).

Obediencia obsequiosa al prior

20. Por vuestra parte, los demás hermanos, tratad con deferencia y humildad a vuestro prior, fijándoos, más que en su persona, en la de Cristo, que os lo puso como superior, y que afirma a propósito de los pastores de la Iglesia: "Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza" (Lc 10,16). Hacedlo así, para que no os condenen en el juicio por menosprecio de la autoridad; antes bien, os recompensen con la vida eterna, en pago de vuestra obediencia.

Conclusión

21. En las breves páginas de este escrito os dictamos la norma de vida, a la que habéis de ajustar vuestra conducta. Si alguno rebasare el estricto cumplimiento de la misma, el Señor, a su vuelta, se lo retribuirá. Procédase, sin embargo, con discreción, ya que ella atempera la práctica de las virtudes.

LATINE TEXTUS

 

Salutatio

1. A L B E R T U S, Dei gratia Hierosolymitanae Ecclesiae vocatus Patriarcha, dilectis in Christo filiis B. et caeteris eremitis qui sub eius obedientia iuxta fontem in Monte Carmeli morantur: in Domino salutem, et Sancti Spiritus benedictionem.

Prologus: de sequela Christi deque fratrum proposito

2. Multifarie multisque modis sancti patres instituerunt qualiter quisque, in quocumque ordine fuerit, vel quemcumque modum religiosae vitae elegerit, in obsequio Jesu Christi vivere debeat, et eidem fideliter, de corde puro et bona conscientia, deservire. Verum, quia requiritis a nobis ut iuxta propositum vestrum tradamus vobis vitae formulam, quam tenere in posterum debeatis:

 

 

De Priore ex communi assensu habendo

3. Illud in primis statuimus ut unum ex vobis habeatis Priorem qui, ex unanimi omnium assensu, vel maioris et sanioris partis, ad hoc officium eligatur.

 

 

Quid priori praestari debeat

4. Cui obedientiain promittat quilibet aliorum, et promissam studeat operis veritate servare cum castitate et abdicatione proprietatis.

 

 

De receptione locorum

5. Loca autem habere poteritis in eremis, vel ubi vobis donata fuerint ad vestrae religionis observantiam apta et commoda, secundum quod Priori et fratribus videbitur expedire.

De cellulis fratrum separatis

5a. Praeterea, iuxta situm loci quem inhabitare proposueritis, singuli vestrum singulas habeant cellulas separatas, sicut per dispositionem Prioris ipsius, et de assensu aliorum fratrum vel sanioris partis, eaedem cellulae cuique fuerint assignatae.

 

De communi refectione

6. Ita tamen ut in communi refectorio ea quae vobis erogata fuerint, communiter aliquam lectionem Sacrae Scripturae audiendo, ubi commode poterit observari, sumatis.

Nec liceat alicui fratrum, nisi de licentia Prioris qui pro tempore fuerit, deputatum sibi mutare locum, vel cum alio permutare.

De cellula et gubernio Prioris

7. Cellula Prioris sit iuxta introitum loci, ut venientibus ad eundem locum primus occurrat, et de arbitrio et de dispositione ipsius postmodum quae agenda sunt cuncta procedant.

De mansione in cellulis ac iugi oratione

8. Maneant singuli in cellulis suis, vel iuxta eas, die ac nocte in lege Domini meditantes et in orationibus vigilantes nisi aliis iustis occasionibus occupentur.

De recitandis

9. Ii qui horas canonicas cum clericis dicere norunt, eas dicant secundum constitutionem sacrorum patrum et Ecclesiae approbabata consuetudine ad horas tam consuetudinem. Qui eas non noverunt, viginti quinque vicibus 'Pater noster' dicant in nocturnis vigiliis, exceptis Dominicis et solemnibus diebus, in quorum vigiliis praedictum numerum statuimus duplicari, ut dicatur 'Pater noster' vicibus quinquaginta. Septies autem eadem dicatur oratio in laudibus matutinis. In aliis quoque horis septies similiter eadem sigillatim dicatur oratio, praeter officia vespertina, in quibus ipsam quindecies dicere debeatis.

De non habendo proprio, vitaque communi conducenda

10. Nullus fratrum aliquid esse sibi proprium dicat, sed sint vobis omnia communia, et distribuatur unicuique per manum Prioris, id est per fratrem ab eodem ad idem officium deputatum, prout cuique opus erit, inspectis aetatibus et necessitatibus singulorum.

Quod liceat haberi in communi

11. Asinos autem, sive mulos, prout vestra expostulaverit necessitas, vobis habere liceat, et aliquod animalium sive volatilium nutrimentum.

De oratorio et de audienda Missa cotidie

12. Oratorium, prout commodius fieri poterit, construatur in medio cellularum, ubi mane per singulos dies ad audienda missarum solemnia convenire debeatis, ubi hoc commode fieri potest.

De fraterna collatione ac correctione

13. Dominicis quoque diebus, vel aliis ubi opus fuerit, de custodia ordinis et animarum salute tractetis; ubi etiam excessus et culpae fratrum, si quae in aliquo deprehensae fuerint, caritate media corrigantur.

De ieiunio

14. Ieiunium singulis diebus, exceptis Dominicis, observetis a festo Exaltationis Sanctae Crucis usque ad diem Dominicae Resurrectionis, nisi infirmitas vel debilitas corporis, aut alia iusta causa, ieiunium solvi suadeat, quia necessitas non habet legem.

De abstinentia carnium

15. Ab esu carnium abstineatis, nisi pro infirmitatis vel debilitatis remedio sumantur. Et quia vos oportet frequentius mendicare itinerantes, ne sitis hospitibus onerosi, extra domos vestras sumere poteritis pulmenta cocta cum carnibus. Sed et carnibus supra mare vesci licebit.

De armis spiritualibus

16. Quia vero tentatio est vita hominis Super terram, et omnes qui pie volunt vivere in Christo persecutionem patiuntur, adversarius quoque vester, diabolus, tamquam leo rugiens circuit quaerens quem devoret, omni solicitudine studeatis indui armatura Dei, ut possitis stare adversus insidias inimici.

 

Accingendi sunt lumbi cingulo castitatis; muniendum est pectus cogitationibus sanctis, scriptum est enim: Cogitatio sancta servabit te. Induenda est lorica iustitiae ut Dominum Deum vestrum ex toto corde et ex tota anima et ex tota virtute diligatis, et proximum vestrum tamquam vos ipsos.

 

Sumendum est in omnibus scutum fidei, in quo possitis omnia tela nequissimi ignea extinguere, sine fide enim impossible est placere Deo, victoria: fides vestra Galea quoque salutis capiti imponenda est, ut de solo Salvatore speretis salutem, qui salvum facit populum suum a peccatis eorum.

 

Gladius autem spiritus, quod est verbum Dei, abundanter habitet in ore et in cordibus vestris, et quaecumque vobis agenda sunt, in verbo Domini fiant.

 

De labore manuum

17. Faciendum est vobis aliquid operis, ut semper vos diabolus inveniat occupatos, ne ex otiositate vestra aliquem intrandi aditum ad animas vestras valeat invenire. Habetis in hoc beati Pauli Apostoli magisterium pariter et exemplum, in cuius ore Christus loquebatur, qui positus est et datus a Deo praedicator et doctor gentium in fide et veritate; quem si secuti fueritis, non poteritis aberrare. In labore, inquit, et fatigatione fuimus inter vos, nocte ac die operantes, ne quem vestrum gravaremus. non quasi nos non habeamus potestatem, sed ut nosmetipsos formam daremus vobis ad imitandum nos. Nam, cum essemus apud vos, hoc denuntiabamus vobis, quoniam si quis non vult operari non manducet. Audivimus enim inter vos quosdam ambulantes inquiete, nihil operantes. Iis autem qui eiusmodi sunt denuntiamus et obsecramus Domino Jesu Christo. ut cum silentio operantes suum panem manducent. Haec via sancta est et bona: ambulate in ea.

 

 

De silentio

18. Commendat autem Apostolus silentium, cum in eo praecipit operandum, et quemadmodum Propheta testatur: Cultus iustitiae silentium est; et rursus: In silentio et spe erit fortitudo vestra. Ideoque statuimus ut dicto completorio silentium teneatis usque ad primam dictam sequentis diei. Alio vero tempore, licet silentii non habeatur observatio tanta, diligentius tamen a multiloquio caveatur, quoniam sicut scriptum est - et non minus experientia docet - In multiloquio peccatum non deerit, et qui inconsideratus est ad loquendum sentiet mala; item, qui multis verbis utitur, laedit animam suam; et Dominus in Evangelio: De omni verbo otioso quod locuti fuerint homines, reddent rationem de eo in die iudicii. Faciat ergo unusquisque stateram verbis suis, et frenos rectos ori suo, ne forte labatur et cadat in lingua, et insanabilis sit casus eius ad mortem, custodiens cum Propheta vias suas, ut non delinquat in lingua sua et silentium, in quo cultus iustitiae est, diligenter et caute studeat observare.

 

 

Exhortatio Prioris ad fratribus inserviendam

19. Tu autem, frater B., et quicumque post te institutus fuerit Prior, illud semper habeatis in mente, et servetis in opere, quod Dominus ait in Evangelio: Quicumque voluerit inter vos maior fieri, erit minister vester, et quicumque voluerit inter vos primus esse, erit vester servus.

Exhortatio fratrum ut Priorem tamquam locum Christi tenentem honorent

 

humiliter oboedientiam prius

20. Vos quoque, caeteri fratres. Priorem vestrum honorate humiliter, Christum potius cogitantes quam ipsum, qui posuit illum super capita vestra, et Ecclesiarum praepositis ait: Qui vos audit, me audit, qui vos spernit, me
spernit: ut non veniatis in iudicium de contemptu, sed de obedientia mereamini aeternae vitae mercedem.

 

 

Epilogus: de operibus supererogatoriis discrete exercendis

21. Haec breviter scripsimus vobis, conversationis vestrae formulam statuentes, secundum quam vivere debeatis. Si quis autem supererogaverit, ipse Dominus, cum redierit, reddet ei. Utatur tamen discretione, quae virtutum est moderatrix.

TEXTE EN FRANÇAIS

Salutation

 

1. A L B E R T par la grâce de Dieu Patriarche de l’Eglise de Jérusalem, à ses chers fils dans le Christ, B. et les autres ermites, qui vivent sous son obéissance, au Mont Carmel, près de la source, salut dans le Seigneur et bénédiction du Saint-Esprit.

 

Prologue: la suite du Christ et de nos frères et de la

2. Bien souvent et de bien des manières, les Saints Pères ont réglé comment chacun, en quelqu’ordre qu’il se trouve ou quel que soit le genre de vie religieuse choisi par lui, doit vivre dans la dépendance de Jésus-Christ et le servir fidèlement avec un cœur pur et une bonne conscience.

Mais puisque vous nous demandez de vous donner une « règle de vie », conforme à votre propos, que vous deviez garder dans l’avenir :

 

 

Du prieur qu’il faut avoir et des trois choses qu’on doit lui promettre

3. Nous vous ordonnons tout d’abord d’avoir un Prieur qui devra être choisi parmi vous, et qui sera élu à cette charge au consentement unanime des frères ou à la majorité des plus dignes. Tous les autres lui promettront obéissance, et, après l’avoir promise, s’appliqueront à la garder en vérité par leurs œuvres, ainsi que la chasteté et le renoncement à toute propriété.

De l’acceptation des « lieux »

4. Vous pourrez habiter dans les déserts, et là aussi où l’on vous offrira des emplacements qui se prêtent à l’observance de votre vie religieuse, pour autant que le Prieur et les frères le jugeront à propos.

 

 

Des cellules des Frères

5. En outre, suivant la disposition des lieux que vous avez résolu d’habiter, chacun d’entre vous aura une cellule séparée, conformément à l’assignation qui en sera faite par le Prieur lui-même, avec l’assentiment des autres frères ou des plus dignes d’entre eux.

 

De la réfection en commun

6. Néanmoins, vous prendrez dans un réfectoire commun la nourriture que l’on vous aura distribuée, écoutant ensemble la lecture d’un passage de la Sainte Ecriture, lorsque cela pourra se faire commodément.

 

Du pouvoir du prieur

7. Il ne sera permis à aucun des frères, si ce n’est du consentement du Prieur en charge de prendre une autre cellule que celle qui lui aura été assignée, ou d’en changer avec un autre.

La cellule du Prieur devra se trouver près de l’entrée des lieux d’habitation, afin qu’il soit le premier à venir à la rencontre de ceux qui viendront en ce lieu et que tout ce qu’il y aura à faire ensuite s’exécute suivant sa décision et ses dispositions.

 

De la prière continuelle

8. Que chacun demeure seul dans sa cellule ou près d’elle, méditant jour et nuit la loi du Seigneur et veillant dans la prière, à moins qu’il ne soit légitimement occupé à autre chose.

 

Des Heures canoniales

9. Ceux qui savent dire les heures canoniales avec les Clercs, les réciteront suivant les règles établies par les Saints Pères et la coutume approuvée de l’Eglise.(…).

 

 

 

Du renoncement à toute propriété

10. Qu’aucun des frères ne dise que quelque chose lui appartient en propre ; mais que tout vous soit commun et soit distribué à chacun par la main du Prieur, ou par le frère qu’il aura chargé de ce soin, selon les besoins de chacun, compte tenu de l’âge et des nécessités particulières.(…).  11. (....)

 

 

De l’oratoire et du culte divin

12. Un oratoire sera construit aussi commodément que possible au milieu des cellules ; et vous devrez vous y réunir chaque matin pour entendre la messe lorsque cela pourra se faire commodément.

 

 

Du chapitre et de la correction des Frères

13. En outre, les dimanches ou d’autres jours, lorsque ce sera nécessaire, vous vous entretiendrez de la garde de l’Ordre et du salut des âmes ; en même temps, on procédera avec charité à la correction des fautes et manquements qu’on aurait pu remarquer chez l’un ou l’autre frère.

 

 

Du jeûne des Frères

14. Vous jeûnerez tous les jours, les dimanches exceptés, de la fête de l’Exaltation de la Sainte Croix jusqu’au jour de la Résurrection du Seigneur, à moins que la maladie ou la faiblesse du corps, ou quelqu’autre juste motif n’engage à rompre le jeûne, car la nécessité n’a point de loi.( …). 15 (....)

 

 

Les armes spirituelles

 

16. Mais, comme la vie de l’homme sur la terre est un temps de tentation et que tous ceux qui veulent vivre pieusement dans le Christ souffrent persécution, comme aussi votre adversaire le diable tourne autour de vous, tel un lion rugissant, à la recherche d’une proie à dévorer, mettez tout vos soins à vous revêtir de l’armure de Dieu, afin de pouvoir résister aux embûches de l’ennemi.

 

Ceignez vos reins de la ceinture de la chasteté ; fortifiez votre cœur de saintes pensées, car il est écrit : « La pensée sainte te gardera » (Pr 2, 11 selon les Septantes). Revêtez la cuirasse de la justice, en sorte que vous aimiez le Seigneur votre Dieu de tout votre cœur, de toute votre âme et de toutes vos forces, et votre prochain comme vous-mêmes.

 

Prenez, en toutes choses, le bouclier de la foi grâce auquel vous pourrez éteindre tous les traits enflammés du malin ; sans la foi il est, en effet, impossible de plaire à Dieu. Couvrez-vous aussi la tête du casque du salut, en sorte que vous n’espériez celui-ci que du seul Sauveur qui sauve son peuple de ses péchés.

 

Que le glaive de l’Esprit, qui est la parole de Dieu, habite en abondance en votre bouche et en votre cœur et que tout ce que vous avez à faire soit fait selon la parole du Seigneur.

 

 

Du travail

17. Vous devez vous livrer à quelque travail, afin que le diable vous trouve toujours occupés et que votre oisiveté ne lui permette pas d’avoir accès à vos âmes. Vous avez en ceci l’enseignement aussi bien que l’exemple de l’apôtre saint Paul par la bouche duquel parlait le Christ et qui été établi prédicateur et docteur des nations dans la foi et la vérité ; si vous le suivez-vous ne pourrez pas vous égarer. C’est dans le labeur, dit-il, et dans la fatigue que nous avons été au milieu de vous, travaillant nuit et jour pour n’être à charge à personne. Ce n’est pas que nous n’en eussions le droit, mais c’était afin de vous donner en nous-même un exemple à imiter. Car, lorsque nous étions auprès de vous, nous vous déclarions que si quelqu’un ne veut pas travailler il ne doit pas manger. Nous avons appris, en effet, qu’il y en a parmi vous qui errent dans l’inquiétude et l’oisiveté. A ceux qui se comportent de cette manière nous ordonnons donc et nous les conjurons par le Seigneur Jésus-Christ de travailler dans le silence et de manger un pain qui leur appartienne.(cf.2 Th 3, 7-12). Telle est la voie sainte et bonne ; suivez-la.

Du silence

18. L’Apôtre nous recommande le silence lorsqu’il nous ordonne de travailler en le gardant. Et le Prophète témoigne également que le silence est le culte de la justice (cf. Is 32,17). Et ailleurs : « Dans le silence et l’espérance sera votre force » (Is 30, 15). C’est pourquoi nous vous ordonnons de garder le silence depuis la fin de complies juqu’à prime du jour suivant. Pour le reste du temps, bien que l’observance du silence ne doive pas être aussi rigoureuse, vous éviterez cependant avec grand soin de parler beaucoup. Car, ainsi qu’il est écrit et ne l’enseigne pas moins l’expérience : « L’abondance des paroles ne va pas sans péché » (Pr 10,19) et « Celui qui parle inconsidérément en éprouve les effets malheureux » (Pr 13,3) ou encore : « Celui qui multiplie les paroles blesse son âme » (Si 20, 8). Le Seigneur dit également dans l’Evangile : « De toute parole qu’ils auront dite, les hommes rendront compte au jour du jugement » (Mt 12,36). Que chacun pèse donc ses paroles et mette un frein à sa bouche de peur qu’il ne glisse et tombe à cause de sa langue et que sa chute ne soit incurable et mortelle. Qu’il veille avec le Prophète sur ses voies pour ne pas pécher par sa langue et qu’il s’applique avec diligence et précaution à garder le silence dans lequel se trouve le culte de la justice.

Exhortation au Prieur sur l’humilité

19. Pour vous, frère B. et quiconque sera établi prieur après vous, ayez toujours présent à l’esprit et observez dans votre conduite ce que le Seigneur dit dans l’Evangile : « Quiconque voudra être le plus grand parmi vous sera votre serviteur ; et quiconque voudra être le premier d’entre vous sera votre esclave » (Mc 10, 43-44).

 

Exhortation aux Frères sur leur devoir d’honorer leur Prieur

20. Et vous autres, frères, honorez humblement votre Prieur, considérant plutôt que lui-même le Christ qui l’a mis au-dessus de vous et qui a dit aux chefs des Eglises : « Qui vous écoute m’écoute, qui vous méprise me méprise » (Lc 10, 16), afin que vous ne soyez pas appelés en jugement à cause de votre mépris, mais que vous méritiez par votre obéissance la récompense de la vie éternelle.

 

Conclusion

21.  Nous vous avons brièvement écrit ces choses pour vous fixer la règle de vie selon laquelle vous aurez à vivre. Si quelqu’un fait davantage, le Seigneur lui-même le lui rendra quand il reviendra. Qu’il garde cependant la discrétion qui est la modératrice des vertus.

San Alberto, Patriarca de Jerusalén entrega la Regla de Vida a los primeros ermitaños que vivieron en el Monte Carmelo. (entre 1206 y 1214 AD.)

El Papa Inocencio IV aprueba la

Regla de Vida Carmelitana en 1247.

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